viernes, 19 de diciembre de 2008

BARRACUDA Y SU NÁUSEA













BARRACUDA dice:
hola
BARRACUDA dice:
te aburro?¿

BIG BROWN EYES dice:
por qué
BARRACUDA dice:
por nada
BARRACUDA dice:
le acabo decir a una persona que me aburre
BARRACUDA dice:
y pensé quizá yo este aburriendo a otros también y eso es como una cadena
BARRACUDA dice:
de aburrimiento
BARRACUDA dice:
de sentimientos dormidos

BIG BROWN EYES dice:
mmm
BIG BROWN EYES dice:
jajaja
BARRACUDA dice:
Que vas hacer para año nuevo

BIG BROWN EYES dice:
renegar y dormir temprano
BARRACUDA dice:
feliz aaaaaaaño
BIG BROWN EYES dice:
jajaja
BARRACUDA dice:
no vas a unirte a ese concepto generado por las masas
BARRACUDA dice:
a la multitud para ser uno solo
BIG BROWN EYES dice:
mmm
BIG BROWN EYES dice:
las multitudes me dan miedo
BIG BROWN EYES dice:
por no decir asco
BARRACUDA dice:
y gritar a los cuatro vientos la esperanza de una nueva etapa encerrada en 365 dias
BARRACUDA dice:
rayos quiero q sean las 4:45 pm para salir de esta cloaca me da asco trabajar

BIG BROWN EYES dice:
mmm
BIG BROWN EYES dice:
jajaja
BARRACUDA dice:
he puesto música disco y aquí los idiotas creen que bailan
BARRACUDA dice:
al menos me hacen reir
BARRACUDA dice:
pensé en golpear a mi jefa
BARRACUDA dice:
mandarla a la mierda y que se meta a su gordo coño su maldito empleo

BIG BROWN EYES dice:
jajajaja
BARRACUDA dice:
pero eso será en marzo que termine el verano al menos

BIG BROWN EYES dice:
mmm
BARRACUDA dice:
estoy a punto de golpear a alguien

BIG BROWN EYES dice:
esperarás
BIG BROWN EYES dice:
mmm
BARRACUDA dice:
No lo sé pero ya llevo un mes estando a punto de reventar

BIG BROWN EYES dice:
deberías practicar tiro al blanco
BARRACUDA dice:
lo unico que he logrado es portarme mal con mucha gente y retarlos nada mas
BARRACUDA dice:
lo hago con mi escopeta
BARRACUDA dice:
con las palomas
BARRACUDA dice:
maté tres la ultima vez
BIG BROWN EYES dice:
mmm
BIG BROWN EYES dice:
no me gustan las palomas
BARRACUDA dice:
a mi si son sabrosas
BIG BROWN EYES dice:
aj
BIG BROWN EYES dice:
una vez tomé un caldo de paloma
BARRACUDA dice:
bueno no son palomas son cuculis
BIG BROWN EYES dice:
y fue sumamente desagradable
BARRACUDA dice:
y madrugadoras

BIG BROWN EYES dice:
aaaah
BARRACUDA dice:
es como al carne de pato
BARRACUDA dice:
bueno pero es un deporte caro
BARRACUDA dice:
Porque los cartucho están caros
BARRACUDA dice:
me gustaria tener un arma de balas infinitas y salir a acabar con todo el mundo
BARRACUDA dice:
impartiria una justicia arbitraria a todo aquel ser humano que se mueva
BARRACUDA dice:
los juzgaría por sus ojos
BARRACUDA dice:
Especialmente por la forma en que miran
BARRACUDA dice:
y afrontan el miedo
BARRACUDA dice:
por suerte las lagrimas no me conmueven
BARRACUDA dice:
no soporto hablar con gente que usa lentes oscuros
BARRACUDA dice:
Siempre tengo que ver a la gente a los ojos
BARRACUDA dice:
Solo así se si me mienten o dicen la verdad
BARRACUDA dice:
De los ojos paso a los traseros
BARRACUDA dice:
y después los pechos
BARRACUDA dice:
la gente siempre miente
BARRACUDA dice:
mienten al decir buenos días cuando nada tiene de buenos

BIG BROWN EYES dice:
mmm eres peor que schopenhauer
BARRACUDA dice:
nunca lo he leido

BIG BROWN EYES dice:
mmm
BARRACUDA dice:
peor me han dicho q lo haga
BIG BROWN EYES dice:
mmm pareces tener alguna influencia de él
BIG BROWN EYES dice:
yo le tenía cierto respeto
BARRACUDA dice:
en realidad parezco muchas cosas y a la vez nada
BIG BROWN EYES dice:
me gustaba su modo frio de ver las cosas
BIG BROWN EYES dice:
pero cuando lei su biografia
BIG BROWN EYES dice:
y vi que su actitud obedecia a la decepcion que le produjo una mujerzuela, le perdi todo el respeto
BIG BROWN EYES dice:
qué payaso
BARRACUDA dice:
siempre pasa eso
BARRACUDA dice:
yo casi no respeto a nadie
BARRACUDA dice:
solo al quijote
BARRACUDA dice:
a nadie mas creo que admiro al quijote

BARRACUDA dice:
Pero Ni siqueira respeto a cervantes
BARRACUDA dice:
odio este mes sabes
BARRACUDA dice:
odio estas esperanzas infundadas
BARRACUDA dice:
estas ganas de ser feliz a la fuerza
BARRACUDA dice:
esta secreción de fantasías
BARRACUDA dice:
me odio a mi también por estar en medio de todo sin poder escapar con valentía
BIG BROWN EYES dice:
mmm
BARRACUDA dice:
es tan dificil decirles a todos que se vayan a la conchadesumadre sin ser calificado como un "malcriado" sin ser reducido a eso
bueno creo que reparare mi bicicleta
BARRACUDA dice:
eso me mantendra bien y de paso bajo de peso detesto la idea de engordar

BIG BROWN EYES dice:
Jajajaj


BIG BROWN EYES dice:
la gente debería pagar su pasaje en bus de acuerdo a l peso es posible que un escolar de 80 kilos pague 50 céntimos
BARRACUDA dice:
siempre los gordos me han caído mal
BIG BROWN EYES dice:
siii
BARRACUDA dice:
Ahora todo el mundo es gordo no?
BARRACUDA dice:
si en verano es insufrible viajar
es asqueroso
BARRACUDA dice:
todos muy apestosos de adentro para afuera
BARRACUDA dice:
desde sus hediondas bocas hasta sus apestosas apestosas axilas
BIG BROWN EYES dice:
siii
BARRACUDA dice:
necesito a alguien para hacerle daño, voy a joder a algún infeliz que se me acerque
BARRACUDA dice:
voy preguntarle si es feliz?¡
BIG BROWN EYES dice:
mmm y si te dice que sí qué le harás
BARRACUDA dice:
le preguntaré cual es la diferencia entre estupidez y felicidad

BIG BROWN EYES dice:
mmm...y si te dice que es infeliz, que le dirás???
BARRACUDA dice:
que su infelicidad es cultural que es aprendida que su vida es un pésimo capitulo de una telenovela mexicana
BIG BROWN EYES dice:
y tú que eres
BIG BROWN EYES dice:
infeliz o feliz??
BARRACUDA dice:
nada no tengo parametros
BARRACUDA dice:
no siento
BIG BROWN EYES dice:
mmm
BIG BROWN EYES dice:
creo que no existe ni la felicidad ni la infelicidad
BIG BROWN EYES dice:
solo los estados de ánimo: estas de buena gana o no
BIG BROWN EYES dice:
y eso es todo
BIG BROWN EYES dice:
decir feliz o infeliz me parece una exageración
BARRACUDA dice:
Estas en lo cierto
BARRACUDA dice:
el aburrimietno y no aburrimiento

BIG BROWN EYES dice:
has visto alguna película buena últimamente??
BARRACUDA dice:
no lamentablemente

BIG BROWN EYES dice:
mmm si ya vi que las cosas buenas no abundan
BARRACUDA dice:
estoy pudriéndome en este trabajo

BIG BROWN EYES dice:
odias tu trabajo??
BARRACUDA dice:
odio a los que trabajan aquí
BARRACUDA dice:
su incompetencia
BARRACUDA dice:
lal injusticia
BARRACUDA dice:
la mediocridad
BARRACUDA dice:
la estupidez
BARRACUDA dice:
Sobre todo a los igualados que creen que están en competencia conmigo
BIG BROWN EYES dice:
jajaja
BIG BROWN EYES dice:
Igualados…
BIG BROWN EYES dice:
oye y si pudieras elegir te quedarias en ese trabajo
BIG BROWN EYES dice:
porque me imagino que si lo aguantas
BIG BROWN EYES dice:
es porque no hay de otra
BARRACUDA dice:
no he buscado otro
BIG BROWN EYES dice:
mmm si debe ser así
BARRACUDA dice:
y hay idiotas que ganan mas que yo por hacer nada
BARRACUDA dice:
y todos son tan corrientes
BARRACUDA dice:
no tienen nada en sus cabezas
BARRACUDA dice:
hablarle s de algo es hablar al vació no saben de nada
no conocen a nadie
no han escuchado absolutamente nada
BARRACUDA dice:
http://www.winamp.com/media/radio/70s
BARRACUDA dice:
entra ahí
BARRACUDA dice:
entra a sky fm all hits 70
BARRACUDA dice:
etan sonando get in on the t - rex
BIG BROWN EYES dice:
mmm
BARRACUDA dice:
la letra es buena
BIG BROWN EYES dice:
mmm bien fiestero el ritmo
BARRACUDA dice:
Es glam rock
BIG BROWN EYES dice:
aaaaaaaah
BIG BROWN EYES dice:
mmm
BIG BROWN EYES dice:
demasiado energico
BIG BROWN EYES dice:
me suena a el gran chaparral
BARRACUDA dice:
jajaj
BIG BROWN EYES dice:
mmm
BIG BROWN EYES dice:
te gusta lo meramente
instrumental??
BARRACUDA dice:
si lo prefiero
BARRACUDA dice:
a la musica cantada
por eso me gusta frank zappa

BIG BROWN EYES dice:
http://www.youtube.com/watch?v=hVAx1HMbJD8&feature=channel_page
BARRACUDA dice:
es buena

BARRACUDA dice:
volvi a leer la náusea
BIG BROWN EYES dice:
mmm te gustó la náusea??
BARRACUDA dice:
si aunque gramaticalmente no suene incongruente
BARRACUDA dice:
siempre la leo
BIG BROWN EYES dice:
no suene incongruente??
BARRACUDA dice:
A NADIE LE GUSTARIA UNA NÁUSEA

BIG BROWN EYES dice:
mmm
BIG BROWN EYES dice:
me gustó ese libro
BIG BROWN EYES dice:
me gustó que el hombre disfrutara de su soledad
BIG BROWN EYES dice:
Aparente, de su indiferencia
BARRACUDA dice:
A MI ME GUSTABA LA FORMA COMO TRATABA AL AUTODIDACTO

BIG BROWN EYES dice:
ese cabrito
BARRACUDA dice:
ERA PEDEREASTA
BARRACUDA dice:
DE ALGUNA MANERA ME HACE ACORDAR A UN ALCOHOLICO
BARRACUDA dice:
que siempre veo por la calle
BARRACUDA dice:
hace un año se rehabilitó convirtiéndose en cristiano

BIG BROWN EYES dice:
mmm
BARRACUDA dice:
pero ahroa ha vuelo a las andadas me da tanta gracia verlo nuevamente ebrio hasta los pelos
BARRACUDA dice:
me da ganas de regalarle una botella te ron
BIG BROWN EYES dice:
jajaja
BIG BROWN EYES dice:
si, hazlo!
BARRACUDA dice:
solo me falta la botella
BARRACUDA dice:
Le daré una de anisado de 1 sol
BIG BROWN EYES dice:
jejejeje
BARRACUDA dice:
eso le hará bien apuesto que le daré mas alegría de la que le pudo dar dios
BIG BROWN EYES dice:
jajaja
BARRACUDA dice:
su destino es ser un alcohólico, además se vive mejor sedado que consciente

BIG BROWN EYES dice:
aaaaaaaaaaaaaaaah
BARRACUDA dice:
solo somos personas
BARRACUDA dice:
no somos Borges, ni cortazar, ni jimi hendrix
BARRACUDA dice:
ni siquiera somos como los árboles
BARRACUDA dice:
que dan sombra
BARRACUDA dice:
a veces fruta
BARRACUDA dice:
y alberge a muchas especies
BARRACUDA dice:
no somos un arma de grueso calibre
BARRACUDA dice:
no somos una botella de ron
BARRACUDA dice:
ya es hora de partir
BARRACUDA dice:
chao cuídate de los humanos







Diamante de sangre





El solitario

Cuento de Horacio Quiroga


Kassim era un hombre enfermizo, joyero de profesión, bien que no tuviera tienda establecida. Trabajaba para las grandes casas, siendo su especialidad el montaje de piedras preciosas. Pocas manos como las suyas para los engarces delicados. Con más arranque y habilidad comercial, hubiera sido rico. Pero a los treinta y cinco años proseguía en su pieza, aderezada en taller bajo la ventana.
Kassim, de cuerpo mezquino, rostro exangüe sombreado por rala barba negra, tenía una mujer hermosa y fuertemente apasionada. La joven, de origen callejero, había aspirado con su hermosura a un más alto enlace. Esperó hasta los veinte años, provocando a los hombres, y a sus vecinas con su cuerpo. Temerosa al fin, aceptó nerviosamente a Kassim.
No mas sueños de lujo, sin embargo. Su marido, hábil -artista aún-, carecía completamente de carácter para hacer una fortuna. Por lo cual, mientras el joyero trabajaba doblado sobre sus pinzas, ella, de codos, sostenía sobre su marido una lenta y pesada mirada, para arrancarse luego bruscamente y seguir con la vista tras los vidrios al transeúnte de posición que podía haber sido su marido.
Cuanto ganaba Kassim, no obstante, era para ella. Los domingos trabajaba también a fin de poderle ofrecer un suplemento. Cuando María deseaba una joya -¡y con cuánta pasión deseaba ella! -trabajaba de noche. Después había tos y puntadas al costado; pero María ten¡a sus chispas de brillante. Poco a poco el trato diario con las gemas llegó a hacerle amar la tarea del artífice, y seguía con ardor las íntimas delicadezas del engarce. Pero cuando la joya estaba concluida -debía partir, no era para ella- caía más hondamente en la decepción de su matrimonio. Se probaba la alhaja, deteniéndose ante el espejo. Al fin la dejaba por ahí, y se iba a su cuarto. Kassim se levantaba a oír sus sollozos, y la hallaba en la cama, sin querer escucharlo.
-Hago, sin embargo, cuanto puedo por ti -decía él al fin tristemente.
Los sollozos subían con esto, y el joyero se reinstalaba lentamente en su banco.
Esas cosas se repitieron tanto que Kassim no se levantaba ya a consolarla. ¡Consolarla! ¿De qué? Lo cual no obstaba para que Kassim prolongara más sus veladas a fin de un mayor suplemento.

Era un hombre indeciso, irresoluto y callado. Las miradas de su mujer se detenían ahora con más pesada fijeza sobre aquella muda tranquilidad.
-¡Y eres un hombre, tú! -murmuraba.
Kassim, sobre sus engarces, no cesaba de mover los dedos.
-No eres feliz conmigo, Maria -expresaba al rato.
-¡Feliz! ¡Y tienes el valor de decirlo! ¿Quién puede ser feliz contigo?... ¡No la última de las mujeres!... ¡Pobre diablo! -concluía con risa nerviosa, yéndose.
Kassim trabajaba esa noche hasta las tres de la mañana, y su mujer tenía luego nuevas chispas que ella consideraba un instante con los labios apretados.
-Sí... ¡no es una diadema sorprendente!... ¿cuándo la hiciste?
-Desde el martes -mirábala él con descolorida ternura-; mientras dormías, de noche...
-¡Oh,podías haberte acostado!... ¡Inmensos los brillantes!
Porque su pasión eran las voluminosas piedras que Kassim montaba. Seguía el trabajo con loca hambre de que concluyera de una vez y apenas aderezada la alhaja, corría con ella al espejo. Luego, un ataque de sollozos:
-¡Todos, cualquier marido, el último, haría un sacrificio para halagar a su mujer! Y tú... y tú... -ni un miserable vestido que ponerme, tengo!
Cuando se franquea cierro límite de respeto al varón, la mujer puede llegar a decir a su marido cosas increíbles.
La mujer de Kassim franqueó ese límite con una pasión igual por lo menos a la que sentía por los brillantes. Una tarde, al guardar sus joyas, Kassim notó la falta de un prendedor -cinco mil pesos en dos solitarios. Buscó en sus cajones de nuevo.
-¿No has visto el prendedor, María? Lo dejé aquí.
-Sí, lo he visto.
-¿Dónde está? -se volvió extrañado.
-¡Aquí!
Su mujer, los ojos encendidos y la boca burlona, se erguía con el prendedor puesto.
-Te queda muy bien -dijo Kassim al rato-. Guardémoslo.
María se rió.
-¡Oh, no!, es mío.
-¿Broma?...
-¡Sí, es broma! ¡Es broma, sí! ¡Cómo te duele pensar que podría ser mío!... Mañana te lo doy. Hoy voy al teatro con él.
Kassim se demudó.
-Haces mal... podrían verte. Perderían toda confianza en mí.
-¡Oh! -cerró ella con rabioso fastidio, golpeando violentamente la puerta.
Vuelta del teatro, colocó la joya sobre el velador. Kassim se levantó y la guardó en su taller bajo llave. Al volver, su mujer estaba sentada en la cama.
-¡Esdecir, que temes que te la robe! ¡Que soy una ladrona!.
-No mires así... Has sido imprudente nada más.
-¡Ah! ¡Y a ti te la confían! ¡A ti, a ti! -Y cuando tu mujer pide un poco de halago, y quiere... me llamas ladrona a mí! ¡Infame!
Se durmió al fin. Pero Kassim no durmió.
Entregaron luego a Kassim para montar, un solitario, el brillante más admirable que hubiera pasado por sus manos.
-Mira, María, qué piedra. No he visto otra igual.
Su mujer no dijo nada; pero Kassim la sintió respirar hondamente sobre el solitario.
-Un agua admirable... -prosiguió él-; costará nueve o diez mil pesos.
-¡Un anillo! -murmuró María al fin.
-No, es de hombres... un alfiler.

A compás del montaje del solitario, Kassim recibió sobre su espalda trabajadora cuanto ardía de rencor y cocotaje frustrado en su mujer. Diez veces por día interrumpía a su marido para ir con el brillante ante el espejo. Después se lo probaba con diferentes vestidos.
-Si quieres hacerlo después... -se atrevió Kassim un día-. Es un trabajo urgente.
Esperó respuesta en vano; su mujer abría el balcón.
-¡María, te pueden ver!
-¡Toma! ¡Ahí está tu piedra!
El solitario, violentamente arrancado, rodó por el piso.
Kassim, lívido, lo recogió examinándolo, y alzó luego desde el suelo la mirada a su mujer.
-Y bueno, ¿por qué me miras así? ¿Se hizo algo tu piedra?
-No -repuso Kassim. Y reanudó en seguida su tarea, aunque las manos le temblaban hasta dar lástima.
Tuvo que levantarse al fin a ver a su mujer en el dormitorio, en plena crisis de nervios. La cabellera se habla soltado y los ojos le salían de las órbitas.
-¡Dame el brillante! -clamó-. ¡Dámelo! ¡Nos escaparemos! ¡Para mí! ¡Dámelo!
-María... -tartamudeó Kassim, tratando de desasirse.
-¡Ah! -rugió su mujer, enloquecida-. ¡Tú eres el ladrón, el miserable! ¡Me has robado mi vida, ladrón, ladrón! ¡Y creías que no me iba a desquitar... cornudo! ¡Ajá! -y se llevó las dos nanos a la garganta ahogada. Pero cuando Kassim se iba, saltó de la cama y cayó, alcanzando a cogerlo de un botín.
-¡No importa! ¡El brillante, dámelo! ¡No quiero más que eso! ¡Es mío, Kassim, miserable!
Kassim la ayudó a levantarse, lívido.
-Estas enferma, María. Después hablaremos... acuéstate.
-¡Mi brillante!
-Bueno, veremos si es posible... acuéstate.
-Dámelo.
La crisis de nervios retornó.
Kassim volvió a trabajar en su solitario. Como sus manos tenían una seguridad matemática, faltaban pocas horas ya para concluirlo.
María se levantó a comer, y Kassim tuvo la solicitud de siempre con ella. Al final de la cena su mujer lo miró de frente.
-Es mentira, Kassim -dijo.
-¡Oh! -repuso Kassim, sonriendo- no es nada.
-¡Te juro que es mentira! -insistió ella.
Kassim sonrió de nuevo, tocándole con torpe caricia la mano y se levantó para proseguir su tarea. Su mujer, con la cara entre las manos, lo siguió con la vista.
-Ya no me dices más que eso... -murmuró. Y con una honda náusea por aquello pegajoso, fofo e inerte que era su marido, se fue a su cuarto.
No durmió bien. Despertó, tarde ya, y vio luz en el taller; su marido continuaba trabajando. Una hora después Kassim oyó un alarido.

-¡Dámelo!
-Sí, es para ti; falta poco, María -repuso presuroso, levantándose. Pero su mujer, tras ese grito de pesadilla, dormía de nuevo.
A las dos de la mañana Kassim pudo dar por terminada su tarea; el brillante resplandecía firme y varonil en su engarce. Con paso silencioso fue al dormitorio y encendió la veladora. María dormía de espaldas, en la blancura helada de su camisón y de la sábana.
Fue al taller y volvió de nuevo. Contempló un rato el seno casi descubierto y con una descolorida sonrisa apartó un poco más el camisón desprendido.
Su mujer no lo sintió.
No había mucha luz. El tostro de Kassim adquirió de pronto una dureza de piedra y suspendiendo un instante la joya a flor del seno desnudo, hundió firme y perpendicular como un clavo el alfiler entero en el corazón de su mujer.
Hubo una brusca apertura de ojos, seguida de una lenta caída de párpados. Los dedos se arquearon y nada más.
La joya, sacudida por la convulsión del ganglio herido, tembló un instante desequilibrada. Kassim esperó un momento; y cuando el solitario quedó por fin perfectamente inmóvil, se retiró, cerrando tras de sí la puerta sin hacer ruido.

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